En junio es habitual que la primavera esté dando paso al verano… Pero en Asturias la normalidad meteorológica es pura ficción y, como no podía ser de otra manera, este año la primavera volvió a parecerse más al otoño. Así que después de una semana cargada de nubes y lluvia, el 9 de junio también amaneció nublado. Sin embargo, la imprevisibilidad asturiana a veces juega a favor y el día de su boda, a medida que iban pasando las horas, Bea y Pablo vieron cómo las nubes fueron pasando del gris oscuro al claro, y por la tarde justo cuando iba a comenzar la ceremonia salió el sol.
Así que la luz del atardecer iluminó aún más a unos novios que llegarón radiantes a Trabanco Sariego. Y, de hecho, la risa continua fue el leit motiv de la boda de Bea y Pablo desde el primer minuto. Desde la ceremonia, con amigos/as y familiares que fueron tomando la palabra y sacando sonrisas (y algunas lágrimas) de los/as presentes, durante la cena y la fiesta, con continus brindis, abrazos y bailes… Así es el amor!